64 Robin Hood
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Érase una vez un valiente joven que habitaba en el bosque de Sherwood, en Nottingham, llamado Robin Hood. Junto con su mejor amigo, Little John, pasaban los días robando a los ricos para dárselo a los pobres. Robin Hood era conocido por ser el mejor arquero del reino de Inglaterra y por ser también una persona justa y bondadosa que ayudaba a aquellos que más lo necesitaban. También era conocido por todos que el corazón del arquero era de Lady Mariam, por quien suspiraba mientras esperaba el momento oportuno para pedirle la mano. El valiente rey Ricardo Corazón de León se encontraba luchando en las cruzadas y, en su ausencia, su hermano, el príncipe Juan, era el que se sentaba en el trono. Juan era famoso por su gran avaricia y su crueldad. Trataba mal al pueblo y cobraba elevados impuestos, sobre todo a los más pobres. La mayoría ya no tenían con qué pagar pero el príncipe era implacable y seguía recorriendo sus tierras, junto con el Sheriff de Nottingham, para obligar a los campesinos a pagar los impuestos. La gente de los pueblos se moría de hambre y Robin Hood y sus hombres no podían permitirlo. Todo aquel que se enteraba de que el príncipe Juan había salido a recaudar las riquezas de los pobres campesinos iba rápidamente a decírselo a Robin. Éste preparaba una emboscada en alguno de los caminos del bosque de Sherwood y le robaba a Juan todo lo recaudado. Durante unos días se escondían y, cuando el peligro había pasado, volvían y repartían entre los pobres los distintos tesoros. Robin cuidaba de las gentes de Nottingham y ellos lo apreciaban y protegían por ello. Enojado por los continuos robos que estaba sufriendo, el príncipe quiso tenderles una trampa. Con este propósito organizó un concurso de tiro con arco, cuyo premio sería entregado por Lady Mariam. Robin Hood no pudo resistir la tentación y se presentó. Para evitar ser descubierto y detenido lo hizo disfrazado, de esa forma participó sin ser identificado. Haciendo honor a su fama y su habilidad ganó el concurso. Una vez declarado ganador desveló su verdadera identidad para burlarse del príncipe. Y, aunque éste hizo lo imposible por intentar atraparlo, finalmente escapó audazmente ayudado por sus amigos. En venganza, el príncipe Juan, dio orden de captura contra los amigos de Robin. El Sheriff de Nottingham consiguió capturar a algunos, que serían ejecutados por alta traición el día siguiente por la mañana. El príncipe sabía que Robin Hood intentaría salvarles, así que planeo una emboscada para deshacerse de él de una vez por todas. Pero Robin estaba al tanto de la trampa, así que elaborando un astuto plan él y Little John penetraron en la fortaleza sin ser vistos. Cuando estaban a punto de ejecutar a los presos en la orca entró en acción, cortando las sogas con una flecha liberando a sus amigos, quienes se abrieron paso luchando contra los guardias, venciéndolos y liberando a otros prisioneros que se unieron a ellos en la lucha contra las injusticias del príncipe Juan. En la huida nuestro héroe se vio rodeado por muchos guardias, pero logró escapar con mucha habilidad y reunirse más tarde con sus compañeros. Durante un tiempo los bosques estuvieron llenos de gente que vivía en ellos. No podían volver a sus casas porque el Sheriff había puesto precio a sus cabezas. Pero un día, por fin, el rey Ricardo regresó y fue informado de cómo se había comportado su hermano, el príncipe Juan. El honorable rey restableció unos impuestos justos, dejó en libertad a todos aquellos que se encontraban presos y terminó con la persecución contra Robin y sus amigos. El príncipe Juan, el Sheriff de Nottingham y todos aquellos que los habían ayudado, fueron encarcelados por sus abusos continuados contra la humilde población de Inglaterra. Cuando todo volvió a la calma, Robin, pudo, por fin, tomar por esposa a Lady Mariam. Se casaron en una hermosa fiesta en la que el rey Ricardo acompañó a la joven al altar. Todos juntos celebraron la felicidad de la nueva pareja y el final de la tiranía del príncipe Juan.