El albañil que casi arruina al mayor banco del mundo
Historias de la economía - Un pódcast de elEconomista - Lunes
Empezó con pequeños hurtos para paliar el hambre en los años 40. Después, siguió con el contrabando en la frontera con Francia. Fue más tarde cuando, ya exiliado, llegaron los atracos a mano armada a bancos y los secuestros. Y de ahí pasó a delitos ajenos a la violencia y mucho más eficaces: falsificaciones de nóminas, monedas y todo tipo de cheques.Este fue el camino que siguió el albañil navarro Lucio Urtubia, antes de dar su gran golpe: la estafa al banco más grande del mundo. Entre finales de los años 70 y principios de los 80, llegó a robar al First National City Bank, hoy Citibank, unos 20 millones de dólares. Equivalía al beneficio anual de la entidad por aquella época.¿Cómo lo hacía? Con el cobro masivo de cheques de viaje falsificados, en colaboración con el grupo de antisistemas que lideraba desde su exilio en Francia. Los travelers checks son unos talones con importes prefijados, que se pueden adquirir en la sucursal de un banco, y después ser cobrados en otra de cualquier parte del mundo en la que esté presente la entidad, o en la que cuente con una oficina asociada.Es un sistema que está prácticamente en desuso, porque la aparición de otros métodos de pago ha anulado sus ventajas. La principal, la seguridad que suponía que estos cheques solo pudieran ser cobrados una vez y solo por sus dueños, pero también que se pudiera convertir en la divisa del destino donde se intercambiaban.La presencia del First National City Bank en numerosos países hacía que sus cheques de viaje fueran de los más codiciados mundialmente en los 70. El problema para el banco es que la seguridad que estos talones ofrecían a los clientes era, a la vez, un agujero negro para la propia entidad si eran falsificados.Lucio Urtubia compró cheques de viajes legales con documentación falsa, y después los imitó. La metodología de la estafa consistía en repartir esas falsificaciones por todo el mundo, para que fuesen cobradas a la vez, antes de que dichos talones figurasen como invalidados en los registros del banco. Si hubiesen sido robados en vez de comprados e imitados, hubiera sido imposible cobrarlos.Repitió esta operación hasta que fue encarcelado: el navarro acabó con sus huesos en la tétrica prisión de La Santé, en París, allá por 1980. El problema es que, a pesar de estar detenido, a Citibank seguían robándole dinero. La estafa estaba tan bien ejecutada y las imitaciones eran tan sofisticadas, que la sangría de dinero continuaba.La credibilidad del banco estaba tan afectada que Citibank acabó llegando a un acuerdo extrajudicial con Lucio: retiró los cargos contra él a cambio de que pusiera fin a la estafa.Como explica el dibujante Belatz, que contó esta historia en el cómic 'El Tesoro de Lucio', "no existen prácticamente referencias en prensa, ni se conocen las cantidades exactas que fueron robadas porque ninguna de las partes estaba interesada en publicitar lo que pasó".¿Qué llevó a Lucio a cometer estas estafas? Villano para unos y 'Robin Hood' para otros, sus robos estaban motivados por la pobreza, el antifranquismo y su concepción antisistema de la justicia social. De hecho, el prefiere llamar a sus actividades como "expropiaciones", porque, según defendía, sus botines eran repartidos entre las causas con las que simpatizaban él y sus compañeros en todo el mundo.Lucio Urtubia, fallecido en 2020, y que siempre se presentó como albañil, puso contra las cuerdas al mayor banco del mundo.