El desconocido origen de Opel antes de triunfar con los automóviles

Historias de la economía - Un pódcast de elEconomista - Lunes

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160 años han pasado desde la fundación de Opel. La compañía alemana fue una de las pioneras en Europa en el sector automovilístico y sigue siendo, a día de hoy, una de las referentes dentro de la industria. Sin embargo, el camino hasta aquí no ha sido fácil y viene marcado por unos orígenes poco conocidos en un negocio que se aleja bastante al del mercado del coche. Es imposible entender el éxito de Opel sin remontarnos a sus comienzos. La historia de la empresa germana empieza a finales de agosto de 1862, cuando su fundador, Adam Opel, decide montar su primera máquina de coser en un taller ubicado en Rüsselsheim, una localidad próxima a Frankfurt. Adam Opel nació en 1937 y era el hijo mayor de un maestro cerrajero. En su juventud, aprendió el oficio de su padre como fabricante de candados y, aunque parecía destinado a tomar el relevo de su progenitor al frente del negocio familiar, finalmente decidió tomar otro camino. Su gran sueño era conocer París y, tras un viaje europeo por Lieja, Bruselas y Londres, llegó a su ansiado destino. En la capital francesa, Adam Opel descubre una gran innovación tecnológica de la época: la máquina de coser. El joven quedó fascinado por el invento y decidió entrar de lleno en este mercado. A finales del verano de 1862, Opel regresó a su ciudad natal, Rüsselsheim, para montar su propio taller de máquinas de coser. La demanda aumentó y la pequeña compañía tuvo que aumentar rápidamente la producción con un Adam Opel que se adaptaba a los deseos personales de cada cliente. Así, creó máquinas de coser que fueron diseñadas pensando en las necesidades concretas de cada uno de ellos. El éxito provocó que el taller se les quedase pequeño y decidieran trasladarse a una nueva fábrica. Enseguida, la empresa se convirtió en uno de los mayores fabricantes de máquinas de coser en Alemania y era uno de los principales exportadores de toda Europa. La ambición de Adam Opel no tuvo frenos y en 1886 decidió ir a por su siguiente objetivo: ampliar su negocio al mundo de los vehículos, en primer lugar, introduciéndose en el sector de las bicicletas. En Rüsselsheim creó su primer velocípedo, lo que hizo que Opel fuese uno de los primeros fabricantes de bicicletas de toda Alemania. De las bicicletas pasó a los triciclos y las llamadas “bicicletas de seguridad” o “con ruedas bajas” y en 1888, inauguró el primer edificio de la compañía reservado exclusivamente a la producción de bicicletas. Opel decidió implementar las tecnologías más modernas y, poco a poco, aplicó innovaciones a sus bicicletas, como las ruedas con neumáticos, los rodamientos de bolas y los bujes de cuerpo libre, entre otras. El éxito de la empresa teutona fue inminente y se prolongó durante décadas. En los años 20, Opel era el mayor fabricante de bicicletas de todo el mundo.El salto a la industria del coche se produjo a finales del siglo XIX. Adam Opel muere en septiembre de 1895 y, tras su fallecimiento, son sus cinco hijos los que deciden dar el paso decisivo en el devenir de la historia de la entidad. En 1899, deciden lanzarse a la producción de automóviles. El primer modelo que lanzaron fue el Opel Patent Motor Car, System Lutzmann y en 1906 se había construido ya la unidad número 1.000 del vehículo. El gran avance llegó en 1909 con el mítico 4/8 CV Doktorwagen. Su precio era de 3.950 marcos, unos 60.000 euros actuales, la mitad del valor de sus rivales en el mercado. Esto propició que más gente pudiera tener su propio coche. En ese momento, Opel decide aplicar un método a nivel empresarial que marcaría un antes y un después, tanto en la industria en la que trabajaban como en otras dedicadas a negocios muy diferentes: la cadena de montaje. El primer coche que salió al mercado utilizando la cadena de montaje fue, en 1924, el 4/12 CV Laubfrosch. Pocos modelos después, el coche se había convertido ya en un medio de transporte fiable para muchos ciudadanos....

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