Leonardo del Vecchio, el niño criado en un orfanato que se hizo millonario gracias a las gafas
Historias de la economía - Un pódcast de elEconomista - Lunes
El italiano Leonardo del Vecchio ha sido el ejemplo perfecto de lo que es una persona hecha a sí misma. Nació en Milán, en 1935, y lejos de heredar una fortuna, fue criado en un orfanato. Fue un visionario que, tras trabajar en varias fábricas, se dio cuenta de que las gafas no eran solo una herramienta para ver mejor, sino que también tenían un componente de moda y diseño. Con esa idea en la cabeza lanzó Luxottica, que acabó siendo el mayor fabricante de gafas del mundo, lo que le convirtió en una de las personas más ricas. Del Vecchio ha fallecido este mes a los 87 años. De familia muy humilde, Leonardo del Vecchio ni siquiera llega a conocer a su padre, un vendedor de verduras en las calles de Milán que fallece cinco meses antes de su nacimiento. Su madre, que tiene tres hijos más, lo deja en un orfanato cuando Leonardo tiene 7 años. Una reciente biografía autorizada cuenta que su paso por el orfanato le formó un carácter de acero, y fue donde aprendió el gusto por esa precisión que luego como empresario le dio tantos éxitos. En plena adolescencia, con tan solo 14 años, Leonardo se pone a trabajar en una fábrica. Una decisión que, sin saberlo, acabaría marcando su futuro. La planta en la que trabaja como aprendiz, dedicada al diseño de piezas metálicas de todo tipo, incluyendo monturas para gafas, le abrió, nunca mejor dicho, los ojos sobre lo que quería hacer con su futuro. Por ello, decide compaginar su empleo con un curso por las tardes de diseño industrial, en el que aprende a tallar y grabar metal. Con 22 años y con los estudios completados, se traslada a Trentino, donde se incorpora como obrero, ya no aprendiz, en una empresa de grabados. Ahí es donde descubre su pasión por el mundo de las gafas, y donde tiene su gran visión: no son solo una herramienta para ver mejor, o para protegerse de sol, sino que son un producto de moda, con estilo, en el que el diseño juega un papel fundamental. Más tarde, decide trasladarse a Agorno, el epicentro de la industria de las gafas en Italia, que además ofrecía facilidades para las personas que quisieran fundar allí su empresa. Y allí nace Luxottica, una compañía que inicialmente se enfoca en fabricar piezas metálicas para gafas y herramientas vinculadas con este arte. El negocio es un éxito, pero Del Vecchio no se conforma. Tres años después, deja de fabricar piezas y comienza a desarrollar monturas completas. Cuenta ya con 14 empleados. Y En 1967, mientras continúa produciendo productos semi-acabados para terceros, comienza a desarrollar la idea que le acaba catapultando al éxito: fabricar gafas completas para terceros. Leonardo acude a una feria del sector en Milán, y sus productos triunfan entre los asistentes por su originalidad, su diseño y su excelente manofactura. Tiene tanto éxito entre el público, y recibe tantos pedidos, que decide que tiene que empezar a vender sus propias gafas, bajo su marca. Pese al éxito, Del Vecchio sigue sin estar convencido. Cree que le falta mayor contacto con el cliente final, lo que le impide conocer mejor el sector y las necesidades del público. En 1974, soluciona este déficit con la compra de Scarrone, una distribuidora que estaba más que asentada en el mercado italiano, y que le permitía controlar la venta de sus propios productos. Ahora sí, el sueño estaba cumplido: controlaba todo el proceso, desde el diseño de las gafas, su producción y su distribución. Entramos en la década de los 80, en la que Luxottica da el salto definitivo. Comienza su expansión internacional, con una filial en Alemania, un país que también contaba con una amplia tradición en el campo de las gafas. Y es entonces también cuando entra en Estados Unidos, repitiendo la fórmula que ya había hecho y que repetiría después muchas veces: comprar una marca ya asentada. La elegida es Avantgarde, una compañía de gafas norteamericana, para lo que pide un importante préstamo. Abre...