Mister Cobre y la manipulación del mercado

Historias de la economía - Un pódcast de elEconomista - Lunes

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A mediados de la década de los 90, si una empresa de Bangkok necesitaba cobre, podría tardar dos meses en recibirlo desde las minas de África. Salvo si se encargaba Sumitomo, el conglomerado japonés que podía lograr un envío en tan solo 10 días. Eran los reyes del mercado, pero todo colapsó en junio de 1996.El responsable fue Yasuo Hamanaka, el hombre que también les había llevado a dominar el mercado. Le apodaban 'Mister Cobre', o 'El señor del 5%', porque se especulaba con que ese era el porcentaje del mercado que controlaba.Puede parecer poco, pero en un mercado tan ilíquido como el del cobre, en el que el transporte entre el almacén y el punto de entrega es tan lento y caro (tanto que puede absorver todo el beneficio de una inversión), es una cantidad muy significativa. Sumitomo acumulaba una gran cantidad de cobre. En depósitos, en almacenes, en fábricas... pero también poseía numerosos contratos de futuros. 'El señor del 5%' utilizaba el tamaño del conglomerado y sus grandes reservas para arrinconar y exprimir el mercado. Lo hacía a través de la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés), que al ser la mayor del mundo acababa dictando el precio mundial del cobre.Hamakana mantuvo ese precio artificialmente alto durante casi 10 años, disparando sus beneficios. En un mercado tan específico y complejo como ese, la mayoría de inversores y especuladores eran conscientes de que manipulaba el mercado. Y de que contaba con grandes participaciones, tanto en activos físicos como en futuros.Cada vez que un inversor intentaba operar en corto, Mister Cobre manteía sus posiciones, y acababa tumbando a sus rivales, porque tenía más recursos. Sus posiciones largas eran invencibles. Hamanaka también se beneficiaba de que la LME era bastante opaca, y no obligaba ni a tener informes de posiciones, ni estadísticas, ni nada. Así, los comerciantes podían saber que el precio era alto, e incluso muy alto, pero no sabían las cifras que manejaba Hamanaka ni el dinero que tenía en reserva. Al resto de inversores no les quedó más remedio que dejar que se saliese con la suya.La estrategia se empieza a desmoronar en 1995, cuando resurge la minería china, que dispara las reservas de cobre. Con el precio hinchado, el aumento de la oferta ejerció aún mayor presión para corregir los valores. Sumitomo estaba en apuros, porque aún tenía mucho cobre acumulado, y no tenía opción, porque ni podía vender rápido, ni ponerse corto. Y mientras Hamanaka buscaba la forma de mitigar las pérdidas, la LME y la Comisión de Negociación de Futuros de Materias Primas de EEUU (CFTC) comenzaron a investigar la manipulación del mercado mundial de cobre. El conglomerado japonés reaccionó apartando a Hamanaka. Y en cuanto Mister Cobre desapareció... los bajistas atacaron y hundieron los precios. El cobre se desplomó, y Sumitomo anunció pérdidas por valor de 1.800 millones de dólares -aunque meses después reconoció que alcanzaron los 2.600 millones-.La compañía acusó a Hamanaka de deshonesto, y aseguraban que sus acciones eran completamente desconocidas para los directivos de la compañía. También le acusaron de falsificar la contabilidad durante 10 años para ocultar pérdidas multimillonarias. En aquel mes de junio, la compañía descubrió un depósito bancario sospechoso, y el inversor reconoció haberlo escondido. Fue declarado culpable, y condenado a 8 años de cárcel, aunque se libró de la acusación de manipulación del mercado.Pese al despido, la reputación de Sumitomo se vio empañada. Nadie se creía que ignoraban el control de Hamanaka sobre el mercado del cobre. La compañía recibió multas por valor de más de 150 millones de dólares por manipular el mercado. A su vez, demandó a Merrill Lynch, UBS, Credit Lyonnays y Morgan Stanley por ayudar a Hamanaka. Llegaron a acuerdos extrajudiciales por más de 400 millonas de dólares.

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